En el siglo VIII, el territorio de la Península Ibérica fue ocupado por los musulmanes. Este territorio, cuya superficie varió a lo largo de los siglos, tomó el nombre árabe de Al Andaluz. Esta próspera civilización musulmana medieval abarcaba la mayor parte de los actuales territorios portugueses y españoles, situación que duró hasta su caída a finales del siglo XV. Ocho siglos de convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos dejaron una profunda huella en Portugal y sus habitantes, en la literatura, el arte, la astronomía, la geografía, la medicina, la gastronomía, las fiestas, las tradiciones, las leyendas y las costumbres, por lo que el legado islámico sigue vivo y esperando a que lo visite y lo experimente.
Hasta el año 756, Al Andaluz dependía del califato omeya de Damasco. El derrocamiento de la dinastía omeya y la instalación de los nuevos señores del Islam, los abasíes, en Bagdad, hizo que el único superviviente de la masacre omeya llegara a la Península en el año 756, instalándose en Córdoba (España), donde se nombró emir. En 929, el entonces emir se autoproclamó califa, declarándose independiente del califato de Bagdad. Hasta el año 1031, el califato de Córdoba corresponde a la época de mayor esplendor islámico en la Península Ibérica.
A lo largo del siglo XII, los cristianos acentuarán el carácter de Guerra Santa a la lucha por la conquista de los territorios bajo dominio musulmán. En 1145, la dinastía almohade envió un ejército a la Península Ibérica y conquistó Al Andaluz.
Pero el progresivo asentamiento de los reinos cristianos al norte llevó la frontera de Garb Al Andaluz al río Tajo (Portugal), con la conquista de Lisboa y Santarém en 1147 por el nuevo monarca cristiano, Afonso Henriques, primer rey de Portugal.
El avance de los almohades fue detenido en 1212, en la batalla de las Navas de Tolosa, donde el ejército portugués luchó junto a los reinos de León, Castilla, Aragón y Navarra (actuales territorios de España).
El Reino de Portugal continuó la conquista de Garb Al Andaluz, tomando las ciudades de Moura y Serpa en 1232, Beja y Aljustrel en 1243 y Mértola en 1238, hasta que el rey portugués Afonso III conquistó definitivamente el Algarve en 1249.
En el Reino de Portugal y en el Algarve, donde a los monarcas les faltaba gente para poblar los territorios conquistados, las comunidades musulmanas y judías recibieron un estatus privilegiado y una protección especial. Pero el IV Concilio de Letrán (1215) impuso una delimitación entre la comunidad cristiana y las demás minorías religiosas, ordenando que musulmanes y judíos vivieran separados en las Morarías y Juderías.
La presencia musulmana en Portugal terminó en 1497, con el Edicto de Expulsión de los Judíos y Moros de Portugal del rey Manuel I. Esto decretó, para siempre, la expulsión de las dos minorías religiosas a las que tanto debía el Reino.
La herencia islámica en Portugal ha dejado huellas decisivas en el desarrollo del país a lo largo del tiempo. Grandes figuras de Al Andaluz tuvieron una profunda conexión con Portugal, como Al-Mutamid, el rey poeta nacido en Beja, que llegó a ser rey de la taifa de Sevilla; Ibn Qasi, natural de Silves, que ascendió al poder en las ciudades más importantes del Garb de la época, Mértola y Silves, y cuya alianza temporal con el rey Afonso Henriques permitió la oposición a los almorávides; Ibn Ammar, poeta nacido en la región del Algarve, que llegó a ser visir en Sevilla; Ibn Muqana, importante poeta árabe nacido en Alcabideche.
El tiempo ha borrado las huellas de la presencia islámica, pero los rastros de los musulmanes han permanecido en todo el país, desde la arquitectura hasta el urbanismo, la toponimia, la lengua, la cultura y las leyendas. Las moras encantadas son uno de los ejemplos más deslumbrantes del sentimentalismo popular portugués, enraizado en el legado islámico.
Son innumerables los lugares que combinan historia y patrimonio ricos en recuerdos que evocan la presencia islámica y que dan a Portugal una identidad propia para disfrutar de la mística de Al Andaluz, que le invitamos a descubrir.
En el norte de Portugal, la ciudad de Lamego y la bóveda del hijo de Almançor en el Tesoro de la Catedral de Braga son testigos de esta presencia. Sea testigo de la contribución de la civilización islámica a la medicina en el Museo de la Farmacia en Porto.
En el centro del país, le invitamos a descubrir los restos del legado islámico en Coimbra, Idanha-a-Velha, Alenquer y Trancoso, y los testimonios mozárabes de la Iglesia de São Pedro de Lourosa y el Monasterio de Lorvão.
En la región de Lisboa, la mayor ciudad del Garb, descubra el Castillo de São Jorge y los restos de la Cerca Moura, el Castillo de los Moros en Sintra, el Museo de Azulejos y Etnografía Árabe en Almada y el Castillo de Palmela.
Más al sur, más islamizado y donde los vestigios son, por tanto, más evidentes, visite en Alentejo, la ciudad-museo de Mértola, y las ciudades de Beja, Évora, Moura, Serpa, Alandroal, Juromenha, Alcácer do Sal y, en Ribatejo, Santarém.
En el Algarve, las ciudades de Silves, Faro, Tavira y Loulé ocuparon un lugar destacado en el Garb Al Andaluz, pero otros puntos de la región merecen una mención especial, como Alcoutim, Cacela-a-Velha, Aljezur, Albufeira y Alvor, Salir y Vilamoura.
Descubra también la Ruta al-Mutamid, que sigue el recorrido vital del rey al-Mutamid, en una ruta que va de Lisboa a Sevilla. Itinerario integrado en las Rutas del Legado Andalusí, Itinerario Cultural del Consejo de Europa, que revive la literatura, el arte, la ciencia, la gastronomía, las fiestas y las tradiciones de Al Andaluz, basándose en hechos históricos representativos de la importancia cultural de la civilización que durante casi ocho siglos brilló en los campos de la cultura, las artes y las ciencias.
Déjese sumergir en las vivencias de este importante periodo en la formación de Portugal a través de la exposición virtual "GUERREROS Y MÁRTIRES Cristianismo e Islam en la Formación de Portugal" - para entrar sólo tiene que hacer clic AQUÍ.
