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Sé Patriarcal de Lisboa

Dedicada a la Madre de Dios desde 1147.

Dedicada a la Madre de Dios, la Catedral de Lisboa es uno de los ex-libris de la ciudad y uno de los monumentos del país más importantes por su valor histórico, religioso y artístico. Su construcción se inició en 1147, cuando el primer rey de Portugal, Afonso Henriques, reconquistó la ciudad a los moros y fue construida sobre una mezquita musulmana que, a su vez, como confirmaron las excavaciones arqueológicas, fue construida sobre un anterior templo cristiano visigodo.

Aunque la ciudad ya fuera sede del obispado desde el siglo IV –como mínimo– y siguiera contando con un obispo cristiano en la época de la Reconquista Cristiana, en el siglo XII fue nombrado para esa función el cruzado inglés Gilberto de Hastings y las obras se iniciaron ya bajo su responsabilidad. El primer arquitecto fue el Maestro Roberto, un francés de probable origen normando que también trabajó en la construcción de la Catedral de Coímbra y del Monasterio de Santa Cruz, en la misma ciudad. En la época, Afonso Henríques, primer rey de Portugal, mandó traer del Algarve las reliquias del mártir San Vicente de Zaragoza y las depositó en la catedral.

El edificio original seguía los cánones del estilo románico, pero entre los siglos XIII y XIV sufrió las primeras modificaciones. Durante el reinado de D. Dinís se construyó el claustro, ya de estilo gótico. Posteriormente, el rey Afonso IV mandó construir el deambulatorio para su panteón familiar, lo que ayudó a la Sede a recibir a los peregrinos que venían a ver las reliquias de San Vicente. El deambulatorio da origen a diez capillas que toman varios nombres, algunos de ellos relacionados con la Virgen: la Capilla de Nossa Senhora da Penha de França, la Capilla de Santa Ana, la de Santa María la Mayor y la de Nossa Senhora da Conceição.

En los siglos XVII y XVIII se llevaron a cabo obras de estilo barroco, sobre todo a nivel decorativo en los altares y en la capilla mayor. En la primera mitad del siglo XX se procedió a restaurar el carácter medieval de la catedral.

En el interior, debe visitar la capilla de Bartolomeu Joanes, un importante burgués de la Lisboa medieval y las excavaciones del claustro, que pusieron al descubierto las sucesivas ocupaciones de este espacio. Aunque buena parte de su antiguo patrimonio esté conservado en los museos (como el Museo de Arte Antiguo), la Catedral incluye una colección visitable designada como el Tesoro de la Sede Patriarcal.

Dedicada a la Madre de Dios desde 1147.

Dedicada a la Madre de Dios, la Catedral de Lisboa es uno de los ex-libris de la ciudad y uno de los monumentos del país más importantes por su valor histórico, religioso y artístico. Su construcción se inició en 1147, cuando el primer rey de Portugal, Afonso Henriques, reconquistó la ciudad a los moros y fue construida sobre una mezquita musulmana que, a su vez, como confirmaron las excavaciones arqueológicas, fue construida sobre un anterior templo cristiano visigodo.

Aunque la ciudad ya fuera sede del obispado desde el siglo IV –como mínimo– y siguiera contando con un obispo cristiano en la época de la Reconquista Cristiana, en el siglo XII fue nombrado para esa función el cruzado inglés Gilberto de Hastings y las obras se iniciaron ya bajo su responsabilidad. El primer arquitecto fue el Maestro Roberto, un francés de probable origen normando que también trabajó en la construcción de la Catedral de Coímbra y del Monasterio de Santa Cruz, en la misma ciudad. En la época, Afonso Henríques, primer rey de Portugal, mandó traer del Algarve las reliquias del mártir San Vicente de Zaragoza y las depositó en la catedral.

El edificio original seguía los cánones del estilo románico, pero entre los siglos XIII y XIV sufrió las primeras modificaciones. Durante el reinado de D. Dinís se construyó el claustro, ya de estilo gótico. Posteriormente, el rey Afonso IV mandó construir el deambulatorio para su panteón familiar, lo que ayudó a la Sede a recibir a los peregrinos que venían a ver las reliquias de San Vicente. El deambulatorio da origen a diez capillas que toman varios nombres, algunos de ellos relacionados con la Virgen: la Capilla de Nossa Senhora da Penha de França, la Capilla de Santa Ana, la de Santa María la Mayor y la de Nossa Senhora da Conceição.

En los siglos XVII y XVIII se llevaron a cabo obras de estilo barroco, sobre todo a nivel decorativo en los altares y en la capilla mayor. En la primera mitad del siglo XX se procedió a restaurar el carácter medieval de la catedral.

En el interior, debe visitar la capilla de Bartolomeu Joanes, un importante burgués de la Lisboa medieval y las excavaciones del claustro, que pusieron al descubierto las sucesivas ocupaciones de este espacio. Aunque buena parte de su antiguo patrimonio esté conservado en los museos (como el Museo de Arte Antiguo), la Catedral incluye una colección visitable designada como el Tesoro de la Sede Patriarcal.

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